Se cumple medio siglo de ‘¡Qué noche la de aquel día!’, la película que desató el fenómeno Beatles a gran escala. Repasamos una década que transformó la relación del séptimo arte con la música
Carles Gámez 7 AGO 2014 – 18:17 CEST
1. ¡Qué noche la de aquel día!
Richard Lester. 1964
Cuando ¡Qué noche la de aquel día! llegó a las pantallas parecía un objeto no identificado en comparación con el cine juvenil de la época. Solo había que mirar las comedias almibaradas de Elvis Presley o de Cliff Richard, por señalar otro producto británico, como referentes. Artífice de la primera incursión de los Beatles en la pantalla, Richard Lester consiguió volcar con éxito los ingredientes originales: humor, juventud, alegría y una excelente banda sonora a cargo de los autores. No sabemos si estos componentes se les atragantaron a los censores españoles que a punto estuvieron de prohibir la película. El tándem Lester & Beatles repetiría (Help, 1965) y dejaría un proyecto frustrado, la versión del clásico Los tres mosqueteros a cargo del cuarteto con una sexy Milady, ni más ni menos, Brigitte Bardot.
2. Don’t look back
D. A. Pennebaker. 1965
Durante tres semanas el documentalista D. A. Pennebaker siguió a Dylan por su tournée británica. Como una road movie la película nos muestra al cantante —por delante y por detrás— como no se le volvería a ver en la pantalla. Un Dylan con su círculo más íntimo, Grossman, Bob Neuwirth; sus encuentros fallidos, Donovan, o dolorosos, Joan Baez. Un retrato en vivo del cantante realizado con impecable honestidad que recoge ese momento de tránsito del juglar folk al cantautor eléctrico que unos meses después grababa Like a Rolling Stones, su ascensión al Everest musical. Para la secuencia de obertura unas imágenes que acabarán haciendo historia: el clip de la canción Subterranean homesick. El documental tendría su continuación, 65 Revisited (2007) a cargo del propio Pennebaker.
3. Anna
Pierre Koralnik. 1967
Pensada para la televisión esta comedia musical pop se sostiene por dos de sus vigas maestras, por un lado, la actriz Anna Karina, que había dejado atrás definitivamente su etapa Godard y se sumergía en otros paisajes plásticos, y de otro, la figura de Serge Gainsbourg, aquí como intérprete y compositor de la banda sonora que sustenta las imágenes del telefilme dentro de la imaginería nueva ola de la época. Gainsbourg se encontraba en lo más alto de la cresta de su etapa pop y dejaba una canción para el álbum de los clásicos de los sesenta Sous le soleil exactament en la voz de Anna Karina y Ne dis rien interpretada a dúo. Como figuras complementarias, Marianne Faitfhull, en versión francesa, y el rockero, Eddy Mitchell.
4. Cita en Las Vegas
George Sidney. 1964
Aunque el título original de Viva Las Vegas mudó por el más convencional de Cita en Las Vegas, la comedia musical siguió arrojando esa corriente de alto voltaje propiciada por la “colisión” entre Elvis Presley y una joven estrella como Ann-Margret en expansión libre. Dirigida por un maestro del musical, George Sidney, dentro de los cánones del cine clásico de Hollywood, Viva Las Vegas le daba aliento y una buena carga de erotismo a un género que parecía haber tenido su canto de cisne en West Side Story. Los números musicales de Elvis Presley y Ann-Margret, juntos o por separados, continúan haciendo saltar los contadores. Ann-Margret conquistaba su estatus de sex symbol y de paso le robaba más de un plano al mismísimo The King.
5. Monterrey Pop
D. A. Pennebaker. 1967
El Festival Monterrey Pop se adelantó a la otra gran celebración pacifista y festividad hedonista de la década, Woodstock, el festival de rock inmortalizado en el documental que fragmentó la pantalla. Pennebaker documentaba la gran fiesta californiana como obertura del llamado Verano del Amor. Casi medio siglo después las imágenes de la actuación “incendiaria” de Jimi Hendrix en el festival siguen sobrecogiendo en medio de la fraternidad Flower-power. También queda para el recuerdo y la épica musical la actuación de Otis Redding, que solo unos meses después desaparecía trágicamente y que delante de un auditorio, de entrada poco receptivo, mostraba la musculatura de la música soul.
6. Sympathy for the devil (One plus One)
Jean-Luc Godard. 1968
Encuentro imposible y, al mismo tiempo, magnético entre el exportavoz de la Nouvelle Vague y la heterodoxia del rock and roll, los Rolling Stones. El director suizo se cruza con el grupo en un estudio durante la grabación del álbum, Beggars Banquet. A medio camino entre el documental y la ficción, la cita —Godard & Rolling Stones— no puede decirse que se saldara con un intercambio o diálogo muy fértil. En el balance final quedaban las imágenes grabadas del proceso de creación de uno de los temas destinados a formar parte de la mitología rollingstoniana,</CF> Simpathy for the devil. Godard abría de par en par la trastienda íntima y creativa del grupo. Las imágenes “revolucionarias” de la película han soportado peor el paso del tiempo.
7. Les idoles
Marc’O. 1968
Una obra teatral que triunfaba en los escenarios del off-off parisiense y en un año tan cargado de referencias como 1968. El propio director de la pieza escénica es el encargado de trasladar esta sátira despiadada del mundo del espectáculo y de los ídolos juveniles. Tres estrellas de la llamada música yeyé se confiesan ante el público desvelando las mentiras, su marketing prefabricado y las caras ocultas del show-bussines. Una jovencísima Bulle Ogier en el papel de una cantante yeyé —un clon de France Gall, Sylvie Vartan— y sobre todo un electrizante Pierre Clementi, recién salido de Belle de jour, como divo pop-star. De visión obligada para seguidores y participantes de Operación Triunfo y programas similares.
8. Gimme Shelter
Albert Mayles, David Mayles, Charlotte Zwerin. 1969
Los hermanos Mayles sin proponérselo filmaban el acta de defunción del “sueño de una noche de verano” que había comenzado dos años atrás en el Festival de Monterrey y cerrarían como citas musicales, Woodstock y la Isla de Wight. El festival de Altamont acaba escribiéndose en la crónica de sucesos y los Rolling Stones confirmando su filiación de “majestades satánicas” del rock and roll. El documental Gimme Shelter queda como una sobrecogedora y dramática crónica sobre la épica del rock donde sobrevuela la figura fantasmal de Mick Jagger enfrentado a sus miedos, temores, impotencia sobre el escenario.
9. El submarino amarillo
Georges During. 1968
Aunque Blake Edwards se había adelantado dejando un submarino de color rosa en la película Operación Pacífico, la alianza de los Beatles y el creador gráfico Heinz Edelmann puso los colores definitivos al sumergible naval. Después de la experiencia televisiva y algo frustrante de Magical Mystery Tour, el grupo se embarcó en un proyecto de película de dibujos animados para un público adulto, aunque sin desdeñar al espectador infantil. El resultado final: una especie de Walt Disney destilado por la imaginería psicodélica y bañado en colores lisérgicos. A partir de ahora El submarino amarillo pasaba a formar parte del álbum de oro del pop junto a la Barbarella de Roger Vadim y 2001 Odisea del espacio de Stanley Kubrick.
10. Un, dos, tres al escondite inglés
Iván Zulueta. 1969
El cine juvenil español, más allá de Marisol y Rocío Dúrcal y de las producciones a la carta para Raphael, había dejado algunas muestras aceptables, Megatón ye-ye (Jesús Yagüe, 1965), Cada vez que (Carlos Durán, 1968) o el debut de Los Bravos, Los chicos con las chicas (Javier Aguirre, 1967,) siguiendo la inevitable herencia lesterniana y su experiencia con los Beatles. Realizador del programa musical de TVE, El último grito, Iván Zulueta, para su debut cinematográfico, trasladaba a la pantalla una buena parte de su experiencia creativa como artista pop. Al margen de ese inevitable —y envejecido— perfume de comedia progre, la película sigue mostrándose como un producto insolente y bastante insólito para su época.
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/07/30/babelia/1406737473_339576.html
Carles Gámez 7 AGO 2014 – 18:17 CEST