Publicado por Pablo Martínez Pita el feb 11, 2014
Se suceden los aniversarios relacionados con los Beatles. Y es que casi cada cosa que hicieron hace 50 años adquiere la categoría de histórica, por todo lo que significó de revolucionario. Toca ahora recordar la fecha del primer concierto de John, Paul, George y Ringo en Estados Unidos. Fue el 11 de febero de 1964, y obsérvese en las imágenes las duras condiciones en las que tenía que trabajar el grupo. De todos es sabido que ellos ni se escuchaban a sí mismos, y no resulta extraño, tanto por el equipo que llevaban como por la histeria desatada.
Ocurrió en el Washington Coliseum, en Washington D.C, ante 8.092 espectadores y 362 agentes de policía. Los de Liverpool tuvieron que desplazarse esa mañana en un tren especial, acompañados por la Prensa, desde Nueva York, ya que una tormenta de nieve impedía el viaje en avión. A su llegada a la estación los fans lograron derribar las vallas de protección y dar un buen susto a los músicos.
Actuaron de teloneros Jay & The Americans, The Righteous Brothers y Tommy Roe. Los Beatles tocaron 12 canciones: Roll Over Beethoven, From Me To You, I Saw Her Standing There, This Boy , All My Loving, I Wanna Be Your Man, Please Please Me, Till There Was You, She Loves You, I Want To Hold Your Hand, Twist And Shout y Long Tall Sally.
El público les tiraba caramelos, ya que a ellos se les había ocurrido la tontería de comentar que les gustaban especialmente. Como el escenario era circular, aquellos peligrosos proyectiles les caían por todos lados. George Harrison comentó: “Allí no hay gominolas blandas, ¡sino caramelos duros!”, que también calificaría como “balas”.
Después del concierto, asistieron a una recepción en la embajada británica, donde firmaron varios ejemplares de “Meet The Beatles”, su primer disco editado en Estados Unidos, para un rifa benéfica. Pero lo peor vino cuando a uno de los ilustres invitados (“alguien con sangre de animal”, describió Lennon en 1970 recordando la anécdota) cortó sin avisar un mechón del cabello de Ringo, poniendo en serio riesgo la integridad de su oreja. Aquello que provocó el cabreo monumental de los Fab Four.