¡Que nadie dispare sobre el pianista, es sir Elton!

Elton John ofrece en Cap Roig un espectáculo nostálgico en que dominan los grandes éxitos de los setenta

| El artista mostró al público el joven intérprete que fue, feliz y ligero

| La banda la formaban media docena de músicos, muchos coetáneos de Elton

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Elton John durante su actuación anoche en el festival de Cap Roig José Irún

Música | 05/07/2014 – 01:45h

Salvador Llopart | Cap Roig – Enviado especial

Un concierto de Elton John es siempre un acontecimiento. Porque sir Elton es un trozo de historia del rock’n’roll y porque es una fiesta.

¿Qué prefería ayer el público -todas las entradas vendidas en veinte minutos- de Cap Roig?

La fiesta, por supuesto.

Elton John lo captó al momento. Desde los primeros compases de una larguísima versión de Funeral for a friend con la que se abrió el concierto, con Cap Roig rendido a sus pies. ¿A qué Elton John? No hay un solo Elton John, hay tantos como álbumes, como décadas. ¿Cuál fue el de anoche? En Cap Roig, a la luz de la luna -afortunadamente hizo buen tiempo-, tuvimos ecos del Elton de los setenta. Porque uno diría que Elton, anoche, en realidad, se rendía un homenaje a sí mismo: al joven intérprete de rock que fue, feliz y ligero. Por momentos, también, reconcentrado en su piano, intenso. El Elton John que descubría poco a poco, sobre la marcha, el poder de su voz.

El Elton John de Goodbye Yellow Brick road, sin ir más lejos. Es aquel un doble disco de los setenta en el que se incluían canciones como Candle in the wind, que anoche sonó más feliz que en el entierro de lady Di. Como Bennie and the jets, la segunda pieza de la noche, con el que la platea empezó a seguir con palmas los «Bennie, Bennie» desgañitados. El karaoke estaba llamando a la puerta con insistencia.

¿Qué Elton prefiere usted?

¿El de Crocodile rock, incluido en aquel maravilloso ¡No dispare, que sólo soy el pianista! de inspiración cinematográfica? Ese Elton John se presentó anoche a la cita. ¿O quizá prefiere al sensible y romántico de Tiny dancer, que es como una plegaria? Ese Elton, sí, también acudió a la cita. Con chaqueta de lentejuelas, aplicado frente al piano

Fue la noche del Elton John de Madman across the water (1971) y el Honky Château (1972), el de la famosa Rocket man, canciones que marcan un antes y un después, con aplausos cuando el público finalmente identificó la canción. O como hizo Levon, también de lo mejor de la velada, con un final de piano endiablado. El primer gran aplauso de la velada.

Del Elton John posterior, el de otras décadas, sonó poca música Nadie lo echó en falta. De todos los temas de los ochenta uno se queda con I’m still standing, que la banda atacó con la convicción de una declaración de guerra. Ese tema es su bandera: el resistiré particular de quien lo ha resistido todo y «Aquí sigo», como dice la canción. La banda la formaban media docena de músicos, muchos de ellos coetáneos del mismo Elton. Y entre todos, uno. El batería, Nigel Olsson.

Nigel lleva la nostalgia por el viejo/joven Elton por bandera. Estuvo con sir Elton, junto a Dee Murray al bajo, antes de que Elton fuera sir, e incluso antes de los sucesivos trasplantes de pelo -en estos momentos hay más tecnología en la cabeza trasplantada pelo a pelo de Elton John que en un cohete de la NASA-. Aquel chaval de barrio londinense que fue Elton John, del que vimos un atisbo anoche en Cap Roig, aquel que se juntó con Bernie Taupin para escribir canciones (todas inolvidables), también se juntaba a tocar con Murray y con Olsson. Inolvidable trío, aquel. Con Taupin vigilando. En esa formación básica reside la esencia de Elton John, y algo de esa esencia musical tuvimos anoche, en una noche de grandes éxitos (de una época) y de recuerdos.

¿Les he hablado de Tiny dancer? Sí, creo que sí, de lo más emotivo de la noche. Es, si me permiten la confianza, mi Elton. El rockero medio calvo, lírico, antes de los zapatos de plataforma imposible (¿cómo no se caía al suelo?) y el de las gafas de estrella. Lo bueno del concierto de anoche es que ese Elton John flotaba en el ambiente, sin olvidar por eso el espectáculo. Ese Elton estuvo ayer en Cap Roig, atemperado por la edad, claro. Pero contento de haber llegado, después de todo, adonde ha llegado. Por ejemplo, a tocar en Cap Roig. Con temas felices -aunque tristes: ¡que contradicción! Unos lo llamarán nostalgia o recuerdo del pasado. Sea como sea, ¡que nadie dispare sobre el pianista! ¡Es sir Elton! Mejor aplaudimos.

http://www.lavanguardia.com/musica/20140705/54410774353/elton-john-concierto-cap-roig.html

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