* Cuando se rompió la banda, sus cuatro miembros tenían discos listos. Sus carreras en solitario tienen episodios brillantes, aunque sin esa regularidad en la excelencia que logró la banda
LAS ETAPAS DE THE BEATLES (y 6)
Ricardo de Querol – 12 Oct 2013
La ruptura de The Beatles no pareció sorprender a ninguno de sus miembros. Cuando se hacía el anuncio oficial, el 10 de abril de 1970, los cuatro tenían un álbum casi listo para publicar. Y querían impresionar: Paul tocaba todos los intrumentos en su disco; George estaba tan desbordante que el suyo era triple; Ringo se atrevía con el jazz y Lennon acentuaba su compromiso político junto a Yoko. En los años siguientes trabajaron a un ritmo frenético de discos y giras; después echarían el freno con la excepción del estajanovista McCartney, que no se ha tomado pausa alguna.
La obra de los Beatles por separado tiene episodios muy brillantes, sin tanta magia, sobre todo sin esa regularidad en la excelencia que habían tenido como banda entre 1962 y 1969. Aún así los cuatro consiguieron números uno con frecuencia y dejaron canciones memorables. Además, se quitaron la espina de volver a actuar en directo, costumbre que mantienen Paul y Ringo, los supervivientes.
La idea de un reencuentro rondaba a los fans y a muchos directivos de la industria, pero nunca se tomó en serio por los protagonistas, al menos en vida de John. Ringo es el único que no dejó de colaborar con los otros tres. Es solo una curiosidad que, en marzo del 1974, Lennon y McCartney se unieran en una improvisada jam session con Stevie Wonder y otros músicos (que recoge una grabación no oficial llamada A toog and a snore in ’74). Y fue apenas simbólico que Paul y Ringo colaborasen con Harrison para su tema All those years ago, en homenaje a Lennon tras su asesinato en 1980. Sin embargo, en 1995, el proyecto Anthology volvió a reunir en el estudio a los tres supervivientes junto a material inacabado de John, para un reencuentro de ultratumba que no acabó de convencer del todo. Estos son cinco temas para entender a los Beatles que ya no eran Beatles.
George Harrison vuela alto. Harrison había crecido mucho como autor y como guitarrista cuando los Beatles se rompieron, y ha tenido una carrera luminosa aunque con largas pausas. Se supo acompañar bien: fue pionero de los macrofestivales benéficos con el que organizó por Bangladesh (con Dylan, Clapton, Ringo y Shankar) en 1971 en Nueva York. Editó como solista once álbumes de estudio y, a finales de 80, lideró una recordada superbanda llamada Traveling Wilburys (con Dylan otra vez, Roy Orbison, Jeff Lyne y Tom Petty). De la mano de Clapton, volvió a las giras en los 90, pero después el cáncer lo tuvo contra las cuerdas hasta que acabó con él en 2001. Elegimos de él este Handle with care con los Wilburys en 1988.
Ringo, amigo de sus amigos. Siempre oscurecido por el genio de sus compañeros, Richard Starckey fue un muy solvente batería para The Beatles, pieza clave en su sonido tan reconocible, y su poderosa voz se utilizó en muchas de sus canciones. Pero apenas contaba como compositor: John y Paul le dejaban las canciones que no les apetecía cantar, a menudo las más infantilonas, como Yellow submarine. Después se empeñó en desmentir esa carencia: ha publicado nada menos que 16 álbumes de estudio. Incluyen algunos temas atractivos como este It don’t come easy de 1971, que firmó como autor pero, en realidad, escribió con Harrison. Lo que le gusta es el escenario y la carretera: lleva casi 25 años actuando con su All Starr Band, supergrupo en que le han acompañado músicos ilustres. Ringo mantiene aún hoy esa buena costumbre de pedir un poco de ayuda a sus amigos.
El genio de Lennon, en cuentagotas. Lennon publicó solo ocho álbumes de estudio en los 70 junto a Yoko Ono, algunos muy experimentales. Tomaba prestados clásicos del rock, casi nunca de su propio repertorio, en sus poco frecuentes directos. Provocador como siempre y más activista que nunca, a John le gustaba cantar «no creo en los Beatles» o lanzar mensajes envenenados a Paul. Dejó canciones magníficas, como este inmortal Imagine, que está entre las más populares de la historia, a la altura de lo mejor de The Beatles. Aquí la interpreta con Yoko en Nueva York, la ciudad que les acogió, en 1972. Tres años más tarde decidió retirarse por una larga temporada, que acabó siendo un lustro sabático (la versión de que se dedicó a ser amo de casa la considera Diego Manrique «propaganda feminista»). En 1980 reaparece con un álbum aclamado, Double Fantasy, pero muere por los disparos de un idiota llamado Mark Chapman. Su muerte agigantó el mito. Se le recordará como una figura esencial del siglo XX.
Paul no ha parado. McCartney era de lejos el más profesional de los cuatro, una máquina, el mayor compositor de éxitos de la historia de la música pop. Entre sus 22 discos de estudio en solitario figuran temas como este Band on the run, que escribió para su banda los Wings en 1973 e interpreta un par de años después. Hoy es Paul quien mantiene vivo el legado Beatle en los escenarios: los clásicos de la banda son el principal ingrediente de sus conciertos, en los que se reviven sensaciones muy especiales. Si cabe un reproche, alguna vez ha abusado de las canciones que Lennon consideraba para abuelas, esas un poco almibaradas, pero eso es cuestión de gustos. Tampoco descuida su lado rockero. No se le ve intención alguna de retirarse: acaba de editar su LP New.
Un epílogo innecesario. Anthology es el resultado del acuerdo entre McCartney y Yoko Ono para liberar montañas de material inédito de gran interés, y el resultado fueron diez horas de macrodocumental y un triple disco publicados en 1995. Como gancho del lanzamiento, se planea que los tres Beatles supervivientes completen dos canciones inacabadas grabadas por John, en lo que sería su único material nuevo desde 1970. El primer tema elegido es este bello y sencillo Free as a bird. Suena la voz del John de 1977, George destaca con el slide, técnica que apenas usó con The Beatles, y Paul introduce una morcilla (se dice puente) muy a su estilo. El resultado es correcto, pero es dudoso que John lo hubiera aprobado, La producción de Jeff Lyne implica un acabado barroco, algo empalagoso, como la ELO y todo lo que toca. Quizás no era ese el regreso que soñaban muchos fans en los setenta y que se veía imposible después de 1980. Pero daba igual: nada iba a mover ya el lugar en la historia que ocupan los Beatles.
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/10/10/actualidad/1381429039_734191.html