Las matinales del Circo Price, embrión del pop español, celebran su 50 aniversario

El triple CD «La leyenda del Price» recopila cien canciones de grupos y artistas que participaron en estos festivales de «música moderna»

Pablo Martínez Pita / Madrid
Día 30/10/2012 – 10.13h

ABC Un jovencísimo Miguel Ríos en plena actuación en el Circo Price, con Los Relámpagos

España todavía se encontraba en la recta final de una crisis todavía más grande de la que nos acucia hoy en día: la provocada por la cruenta contienda civil y su no menos trágica posguerra. Fue entonces, en 1962, cuando surgió un pequeño oasis de optimismo, color y energía positiva, las matinales del Circo Price, conocidas como «Festivales de Música Moderna». El sello Rama Lama Music acaba de publicar un triple CD con cien canciones recopiladas por José Ramón Pardo y grabadas por aquellas fechas por los grupos que aparecieron en sus carteles, más un librillo de 44 páginas contando las peripecias de aquella aventura.

El 18 de noviembre se cumplirán exactamente 50 años de la primera de estas sesiones que nacieron a imitación de las que se organizaban en París o Londres, y que se celebraban cada quince días, hasta que fueron prohibidas por la autoridad competente. Aquella muestra de «locura» juvenil resultaba, si no revolucionaria en un sentido político, sí que parecía comprometer las buenas costumbres de la época. Y razón no les faltaba.

Pero, al menos, dio tiempo a que por allí pasarán artistas que luego se convertirían en estrellas, como Miguel Ríos -alguna vez al frente de Los Relámpagos, o en solitario como Mike Ríos, Albert Hammond con The Diamond Boys y más tarde como Albert y Richard, Micky y Los Tonys, Los Estudiantes…

El organizador de estos pequeños festivales fue Miguel Ángel Nieto, periodista, locutor y fundador de Antena 3, que entonces contaba 18 años y tenía cierto contacto con las bandas del momento porque su hermano, Pepe, era batería de Los Pekenikes: «Visto con medio siglo de perspectiva -nos cuenta vía telefónica-, representó el nacimiento de una música moderna nacional, ya que los grupos hasta entonces estaban muy dispersos, actuando en fiestas de colegios mayores, y solo eran conocidos en sus barrios o universidades. Aquello fue una manera de presentarlos en sociedad, y que pudieran ser vistos por los directivos de las casas de discos, que se empiezan a dar cuenta de que aquí había buenos músicos».

Pero las matinales representaron algo más: «Desde el punto de vista social, fue el principio de una ruptura con los principios del régimen, que lo quería era tener una juventud sometida a los dictámenes del Frente de Juventudes, y no querían que hubiese ningún tipo de manifestación que les permitiese cierta libertad a través de la música. Eso quedó muy patente cuando el señor comisario nos prohibió continuar».

En teoría fue por un problema de orden público, sobre todo a raíz de un reportaje publicado por el diario «Pueblo» en el que se veían imágenes de muchachos bailando el twist en la calle -a quienes, además, el fotógrafo había pedido que lo hicieran para ilustrar su reportaje- , dando la idea de que se estaban produciendo algo así como bacanales a la vista de todos e inspiradas por el demonio mismo o alguno de sus más intrépidos secuaces. Cundió la alarma, con la profusión de artículos en los que se alertaba sobre los riesgos de la práctica de esos ritmos infernales, como, curiosamente, uno escrito por Adolfo Marsillach y titulado «Rebeldes sin causa».

«Jamás, en ninguna de sus quince sesiones, se produjo ni el más mínimo incidente -aclara Miguel Ángel-. De hecho, las primeras filas se nos llenaban de señoras con pieles y señores mayores con corbata, que iban a ver actuar a sus hijos o sobrinos. Y la droga más dura que vendíamos era Fanta de naranja».

Cuando este joven promotor se acercó ingenuamente a protestar a la comisaría del distrito, estuvo a punto de ser detenido: «Si continúa usted diciendo que la policía actúa sin la información debida ordenaré su detención por injurias», fue con lo que se encontró, según nos informa en el librito adjunto al triple CD. El comisario terminó su recriminación con un paternal consejo: «Hijo, dedíquese a algo honrado, moral y constructivo».

Sin embargo, esas sesiones abrieron una espita que ya no hubo manera de cerrar: «Lo que nos quitaron fue el placer de reunirnos cada quince días, en una reunión que además era muy agradable, porque estaba también la parte de los ensayos, a veces con los elefantes pasando por medio. Había mucha camaradería, y si a algún grupo se les estropeaba un amplificador, enseguida le dejaban otro. Éramos una especie de familia. Pero cuando lo quisieron parar, eso ya estaba lanzado. Empezó a haber más programas musicales en la radio, llegaron películas extranjeras que trataban sobre el rock & roll, se produce la apertura al turismo… El avance era ya imparable».

Viendo las fotografías de algunas de estas sesiones, y el ímpetu con que los músicos tocaban sus instrumentos, uno se pregunta cómo llegaba hasta estos chicos, en medio de un país aislado, la música y las actitudes que despertaban allende nuestras fronteras. Según Miguel Ángel, «aquí hay una persona a la que la música española le debe todo, que es Ángel Álvarez (1917-2004). Este hombre era un piloto de Iberia al que le gustaba muchísimo la música, y cada vez que viajaba a Estados Unidos compraba discos. Entonces se le ocurrió hacer un programa de radio que en principio se llamaba «Vuelo 605», que comenzó en 1961, y que más tarde se convertiría en «Caravana Musical». Gracias a él se empezaron a conocer en España estos estilos nuevos, y nació una demanda por los discos de fuera. Así que las discográficas los comenzaron a traer. Hasta el punto de que El Corte Inglés patrocinaba su programa».


http://www.abc.es/20121030/cultura-musica/abci-matinalesprice-201210291740.html

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