* Willie Nelson rastrea en ‘Héroes’ el cancionero popular de su infancia
* 14 canciones que pretenden ser un tributo a las raíces de EE. UU
Fernando Navarro – Madrid 10 Ago 2012 – 20:05 CET
A punto de cumplir 80 años y en su condición de estrella del country, Willie Nelson se sigue considerando un forajido. “Sigo siendo un fuera de la ley, una persona dispuesta a seguir un camino determinado, y eso hago yo”, asegura Nelson en conversación telefónica desde algún punto de West Virginia, en mitad de su permanente gira a lo largo y ancho de Estados Unidos. El que fuera en los setenta uno de los padres fundadores del movimiento outlaw, que sirvió para regenerar el género vaquero con actitud y dosis de honky-tonk al margen de los imperativos comerciales de la poderosa industria de Nashville, ha publicado nuevo disco, Heroes(Legacy / Sony). Según su autor, otra muestra más de su independencia: “En una gran compañía hay mucha gente que puede determinarte dándote sus opiniones, pero si coges el camino que te gusta sigues siendo el mismo”.
A su regreso a Sony, la discográfica con la que publicó Red headed stranger y Stardust, piedras angulares del mejor country de la segunda mitad del siglo XX, el cantante tejano ha grabado una personal colección de 14 canciones que es “un tributo” a sus héroes, que son “Bob Wills o Fred Rose pero también gente que colabora y a la que admiro como Merle Haggard, Billy Joe Shaver o Ray Price”. Todos ellos verdaderos francotiradores de las llanuras, compositores que han dado categoría a una música que, como dijo una vez Alan Jackson, “es el espíritu de Estados Unidos”. “Es muy importante mantener la música de raíces viva porque siempre llega un momento que tendremos que acudir a la tradición”, afirma Nelson, que ha rastreado en el cancionero popular de su infancia, el de los años 30 y 40, grabando My window faces the south, My home in San Antone o Cold war with you, piezas que escuchaba en la localidad tejana de Abbot de cuando le llamaban “moco rojo”, como cuenta Joe Nick Patoski en la biografía An epic life, por todo lo que le sangraba la nariz.
Aquel mocoso, que pensó que nunca más cantaría cuando, obligado por su abuela a los cinco años, se subió avergonzado por primera vez a un escenario, ha terminado por ser uno de los músicos más prolíficos de EE UU, dejando su huella en casi 200 álbumes, entre propios y colaboraciones, algunos de ellos bastante testimoniales o poco exigentes. “Probablemente cualquier compañía siempre tiene que presionar a sus músicos para que les ofrezcan nuevo material. Eso no es problema para mí”, se defiende. Aún con sus cotas bajas, Nelson se ha consolidado como un guardián de las esencias, aunque él quiere inspirar a los más jóvenes. “Hay que pasar el testigo a otras generaciones porque estoy convencido de que a la gente joven le gusta el country, el bluegrass… pero si no tienen acceso se pierde”, dice.
Pocos han tenido mejor acceso que sus hijos, Lukas y Micah, que colaboran en el álbum. “Después de muchos años, creo que han aprendido de los errores de su padre, de lo que tienen que hacer y no hacer”, ríe.
También participan Kris Kristofferson, Sheryl Crow o el rapero Snoop Dogg. Un plantel variopinto al igual que la selección de canciones de Heroes, donde hay espacio para el pop-rock filtrado por la magnética garganta de cowboy de Nelson, muy dada a los standards y que vuelve a demostrar su maestría vocal, versionando a Tom Waits (Come on up to the house), Pearl Jam (Just breathe) y Coldplay (The scientist). “Ya utilicé The scientist para hablar de asuntos que preocupan a los granjeros”, cuenta en referencia al uso de la composición para una campaña publicitaria a favor de la agricultura ecológica y sostenible.
A su batalla contra la industria alimentaria, se suma su apoyo al trabajo de los granjeros, a través de los conciertos Farm Aid, y su defensa del medioambiente. Pero todo el país sabe desde hace años de este anciano con pintas de hippie por su lucha a favor de la legalización de la marihuana. Porque Nelson también pasará a la historia por haber fumado hierba en la Casa Blanca en 1977. Y sigue con los mismos humos que entonces. “Económicamente necesitamos el dinero. ¿Por qué dárselo a los criminales cuando la mayoría de la gente se da cuenta de que la marihuana no es una droga mortal como la cocaína o el tabaco?». Palabras que no ha dejado de repetirlas en la prensa, despertando la ira de la sociedad más puritana mientras las portadas las ocupa por el tamaño de sus porros, que le hacen pasar por comisaría, como cuando la policía le detuvo en 2010 por tener 170 gramos de marihuana en su autobús. Pero no le preocupa. Como tampoco le importa que, casi 30 años después, siga escociendo su irritante dúo con el truhán Julio Iglesias en la empalagosa To all the girls I’ve loved before. “Lo pasé muy bien grabando con él y tiene una gran voz. Lo supe desde el primer momento que lo escuché. Creo que tiene un gran talento”, afirma Nelson que, haciendo gala de su condición de forajido, dispara su bala más dolorosa justo al final de la entrevista.
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