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Spain is different: los discos

Spain is different: los discos

Por: Diego A. Manrique | 02 de febrero de 2013


El periodista de batalla, habituado a picar aquí y allá, se queda impactado ante los trabajos de erudición. El plumilla admira a los que tienen tiempo y energías para profundizar en asuntos oscuros. Se quita el sombrero ante los resultados de una investigación exhaustiva; especialmente, si se trata de un libro autoeditado.

Es el caso de Discos españoles, portadas únicas. Apabullante: tapas duras, 743 páginas, casi dos kilos de peso, lujo. Refleja el empeño de un coleccionista gallego, que usa el nombre de Manuel de Magalhâes, en censar los discos exclusivos para el mercado español, editados entre los sesenta y los setenta. Inevitablemente, ya pueden imaginarlo, muchos de ellos se cotizan alto en el mercado internacional.

Un par de puntualizaciones. Magalhâes se ha limitado a los elepés: entrar en rastrear los singles y EPs hubiera convertido el libro en algo similar a la guía telefónica de Manhattan. Aún así, son más de trescientas cincuenta referencias, todas  con sus particularidades explicadas, categorizadas -por grado de rareza- y representadas con portada, contraportada y -si la hubiera- la cubierta original.

Este volumen complementa el abrumador estudio de Xavier Valiño sobre la censura musical durante el franquismo tardío (Veneno en dosis camufladas, Milenio). Se repiten algunos títulos pero Magalhâes suma otros filones: las ediciones de clubs tipo Discolibro, los -generalmente feos- discos promocionales, las raras grabaciones foráneas sólo publicadas en España y, lo principal, las portadas alteradas voluntariamente por las propias editoras.

Aparquen sus suspicacias: muchas de las portadas made in Spain eran más atractivas que las lanzadas en los países de origen. Pienso, por ejemplo, en los elepés del cantautor portugués José Afonso, editados aquí tras la revolución de los claveles. Claro que salieron en Hispavox, que tenía una tradición de excelencia gráfica gracias al trabajo de Daniel Gil, legendario vestidor de los libros de bolsillo de Alianza. Imagino su mano en las preciosas cubiertas españolas para Johnny Rivers o el In concert de Joan Baez, aunque es cierto que no están recogidas en la galería de su trabajo que ofrece Pioneros Gráficos.                            (http://pionerosgraficos.com/2012/01/las-cubiertas-de-hispavox-de-daniel-gil/).

Recuerden que las discográficas contaban con eficaces departamentos de diseño. Lo requería el hábito de traducir los títulos de las canciones, astuta precaución en un país poco dado a los idiomas, aparte de la tendencia a simplificar las portadas desplegables propias de aquellos años de vacas gordas en el rock business. Algo que indignaba a los compradores españoles pero que ahora nos hace poseedores de piezas valoradas ahí fuera.

Y luego estaba el ingenio, pueden llamarlo incluso picardía, de compañías que estaban a la que saltaba. Columbia, empresa de origen donostiarra, tenía históricamente los derechos para España de la Decca londinense, empresa en declive según avanzaban los setenta. Así, se modificaron las portadas de recopilatorios de los Rolling Stones» (alguno incluso entró en una promoción  del brandy Fundador). También sacaron abundantes dobles a precio reducido, de artistas progresivos como John Mayall, Keef Hartley, Savoy Brown, Bread Love & Dreams,Ten Years After o Caravan. Empezaron costando -pausa para suspirar-300 pesetas; no pregunten ahora.

Aunque su golpe más descarado fue agrupar las grabaciones de David Bowie para Deram (subsidiaria pop de Decca) bajo el título de El rey del gay-power. Un inciso para recordar que los promocioneros de Columbia no tenían prejuicios: a finales de los setenta, intentaron lanzar al adusto Chris Rea como cantante gay friendly. Utilizaron unas fotos en las que se exhibía en camiseta y le hicieron firmar unas dedicatorias ambiguas -que el hombre no entendía- para determinados locutores.

Pero nos estamos alejando. Este tomo nos recuerda algunos de los curiosos avatares de algunos catálogos históricos en su ruta por la Península. La españolísima Belter tuvo brevemente a Atlantic; Chess pasó por las manos de Hispavox. Ambas compañías hicieron poco con esos tesoros. Por el contrario, Motown debió ser un fichaje caro: tanto RCA como Movieplay se inventaron abundantes antologías para el consumo nacional, aparte del chocante intento de hacer cantar en castellano a Stevie Wonder y otros.

¡Tiempos extraños!. El mercado español era tomado en cuenta: cuando el Ministerio de Información y Turismo prohibió la portada original de Sticky fingers, la del pantalón vaquero con cremallera auténtica, la central londinense de Rolling Stones Records encargó a Phil Jude una foto que reflejara literalmente el título, Dedos pegajosos. Otro «collector’s item».

Discos españoles, portadas únicas se ha editado en una tirada reducida y en versión bilingüe, castellano-inglés. Se puede encontrar en tiendas de coleccionistas y por la Red (60 euros).

http://blogs.elpais.com/planeta-manrique/2013/02/spain-is-different-los-discos.html

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